Texto escrito a cuatro manos por mi hermana Myriam y yo para la exposición de fotografía de nuestro querido amigo Iban ek: Exposició la rebel·lió de la paraula, una visiò de Mexic de l'Ibanet. Local de RAI, C/Carders, 12 principal.
A veces la palabra tiene rostro de mujer.
En el principio fue una niña. Una niña-palabra de piel morena, de pelo revuelto. Una niña que lucha, que grita, que sostiene en sus manos un puñado de tierra oscura: la fuerza de la historia.
La selva la cobija. El sol y el agua de la lluvia: su alimento.
Ella es la palabra convertida en mujer. Mujer-palabra precoz de juventud contenida. La necesidad manda al tiempo. Mujer-adolescente de ojos rebosantes de fuerza, de mirada altanera, desafiante. Orgullosa de su rostro oculto.
El maíz y el frijol: la leche de la vida.
Ama de casa, agricultora, leñadora, tendera, asamblearia… Casi sin darse cuenta: esposa, madre. Llantos de noche llena y río silencioso de milpa amarga. Madre-mujer, leche indígena teñida de blanco.
La luna blanca le canta nanas.
Mirarás las palabras que caminan tu destino, que son tus compañeras. Rostros familiares que te encuentran, te adivinan, te saben. Letras entrelazadas, marimba a cuatro voces, sueños en la cocina preparando el tamal. Mano sobre mano paleando tortillas, rompiendo mazorcas.
La ceiba nunca llega a hacerle sombra.
Palabras que se juntan para retar al cielo, para demandar lo que es justo, para mirar al hombre cara a cara, ojo a ojo. Huipiles tejidos con historias de dignidad, cambiando flores por pasamontañas, animales por consignas.
La carreta le hace de guía. El camino.
Muerte como castigo. Muerte injusta, indigna. Muerte sin voz. Muerte a la que mirar sin bajar la cabeza. Vieja compañera de añejos trucos. Retada, exorcizada a golpes de humo de copal. Oraciones murmuradas por encima del hombro, por encima del rebozo blanco, de la lágrima seca. Almas que sanan.
Caminar la libertad
“Así que aquí estoy yo, una mujer indígena. Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista, pero eso tampoco importa en este momento. Soy indígena y soy mujer, y eso es lo único que importa ahora”
Mensaje de la Comandante Esther ante el Congreso de la Unión, miércoles 28 de marzo de 2001.