martes, 22 de julio de 2008

Tortura








La mano negra. Mar Binimelis


No quiero trabajar más sobre ti. Odio el odio desmedido que me transmiten las páginas manchadas de tus historias de muerte y destrucción, el terror, el delirio, la pena, la parálisis emocional, la máscara.

Te odio.

No quiero saber más. Huyo. La provocación de tu dolor rabiosamente planeado me enajena. Corro para esconderme en cualquier pared vacía.

No quiero leer más sobre ti, no quiero. No quiero creer que la mente nos permite transformarnos en monstruos nocturnos y seguir siendo seres humanos diurnos, seguir entre los blancos y los grises, cambiar de bando, ojos y oídos cerrados, corazones podridos.

Te odio.

No quiero saber que eres posible, rentable, tangible, que merodeas en cada esquina, en cada celda, en cada casa de gritos apagados, en cada moratón sin rostro, en cada sed de venganza desmedida, en cada justificación del sufrimiento ajeno. No quiero saber como funcionas, como anulas la realidad para crear tu ficción demoledora, como desmientes el yo y creas un ello espantoso, como triunfas.

No quiero saber más de ti. Dejar de entenderte, de leerte, de analizarte. No quiero sentirte más.

Te odio.

Quiero, pero no puedo, abandonarte. Quiero pero no puedo, por más que te odie, por más que me duelas, por más que me asfixies. Este pulso sin fin es la no-derrota, mi persistencia es la manera de corroerte, mi cercanía es la puerta para poder cuidar tus cicatrices, disimularlas, llenarlas de sonrisas y lágrimas, de algún sentido.

Quiero, pero no puedo, abandonarte.

Abrazarte es ahogarte.

5 comentarios:

Miss Morpheus dijo...

Nunca me acostumbraré y siempre me sorprenderé al observar mis emociones y toparme con tantos sentimientos encontrados. Ser consciente de la dualidad que se apodera de mi y que me lleva de un extremo a otro. Querer correr y no saber por qué mis pies no responden, ser consciente de que para sobrevivir he de huir pero no tener fuerzas para hacerlo. Odiar y a la vez sentir que soy incapaz de hacerlo porque con solo pensarlo se me encoge el Alma...
Mientras odiamos, me temo, que de alguna manera seguimos amando.

doctora queen dijo...

sí, comparto contigo que la ambiguedad es la fuente de muchos conflictos pero también el centro de muchas respuestas. No se puede negar, ni evadir, es dura pero aun así es la base para que se muevan las cosas. Todo tiene dos caras. El texto, sin embargo, habla de mis sentimientos frente a una parte de mi trabajo que es el apoyo psicosocial a personas que han sufrido tortura, de ahí el odio inmenso, que en este caso no es amor. Un abrazo

doctora queen dijo...

no la ambigüedad sino la ambivalencia, me confundí de palabra...

Miss Morpheus dijo...

Ahora lo entiendo mejor. Gracias por la aclaración.
Me he encontrado cara a cara con niños* maltratados de mirada perdida, niños que apenas habían comenzado a hablar y ya se habían quedado mudos ante esa visión tan monstruosa de su vida, niños que descargaban tanta agresividad sobre ellos mismos y sobre otros, que cuando se lograba contenerlos caían como trapos al suelo... sin fuerza... no tanto debido a la lucha como a la sensación de vulnerabilidad que les provocaba un abrazo... porque las personas que habrían tenido que abrazarles, protegerles y quererles habían sido sus torturadores y/o abusadores...
Y se odia a quien ha sido capaz de hacer eso. Y uno llora en silencio liberándose de tanta emoción contenida mientras trata de buscar una explicación racional a esas situaciones... pero como muy bien dices "abrazarte es ahogarte". La bondad puede con todo. No somos conscientes de lo poderosa que es y la capacidad que tiene para desarmar y acabar con tanta mierda.

Ánimo.

Un abrazo.

*(Ninguno de estos niños superaba los 6 años de edad...)

Diego dijo...

Empiezo a conocer tu obra, doctora, y también la naturaleza de tu trabajo. Con tanto dolor alrededor, no será fácil encontrar momentos de paz. Pero lo escribes, y eso es noble, porque es una forma de convivir con el dolor. Un gusto conocerte y gracias por tu visita. Un abrazo.